SUFJAN STEVENS DE NUEVO A LO GRANDE
Cada cinco años, aproximadamente, el genio americano florece con una obra maestra. Entre medias no está parado, desde luego, pero su trabajo no alcanza la altura de sus mejores obras. Con The Ascension le tocaba y, particularmente, creemos que cumplió con la tradición. Máxime por la forma casi artesanal y tan personal de elaborar y producir el disco. También por atreverse a solas con la electrónica, demostrando su versatilidad compositora e interpretativa independientemente de géneros y tipologías. El propio Sufjan Stevens, podría decirse, es un género en sí mismo. Extremadamente largo, más de 80 minutos, para un único álbum (2 vinilos), tal vez pudo podarlo ligeramente y elevar aún más el valor medio de la obra. Pero no es su estilo, alejado de razones comerciales y otras, propias de la industria musical. Es posible, además, que no quisiera eliminar ninguno de los mensajes que encierran las letras de las canciones. Es pues un disco –a ratos difícil- que precisa escucharse repetidamente y que te da la oportunidad de meditar sobre los mensajes que contiene. Filosofía, sociología y política (en la mejor de sus acepciones) están presentes en el mismo.
Pues si la escucha y contenidos de The Ascension nos ocupó el ochenta por ciento del programa, completamos este con otras dos canciones magníficas, esos trabajos que Stevens va realizando en paralelo con su principal ocupación. Una propia, My Rajneesh, que seguro dudó si incluirla o no en el disco, pero que finalmente descartó. La otra es una colaboración con Angelo de Augustine, avance del próximo disco de este magnífico artista, que se editará en 2021.
Foto de portada: Portada de The Ascension
Portada de The Ascension
Sufjan Stevens